La actividad traductora es más vieja que Tutankamón; y no se trata de una metáfora, sino que, literalmente, la traducción precede a las dinastías egipcias. Las primeras ocurrencias de traducción oral se remontan a la prehistoria, y están estrechamente relacionadas con la necesidad de comerciar entre miembros de comunidades lingüísticas distintas.
Aunque es difícil de determinar con precisión de cuándo datan los primeros testimonios de traducción escrita, muchos investigadores coinciden en que se trataría de la Epopeya de Gilgamesh. Esta obra épica, la más antigua que se conoce (2500-2000 a. C), se tradujo —al menos parcialmente— del sumerio al acadio y a otras lenguas del Antiguo Oriente Próximo ya por el s. XVIII a.C.
Desde la Antigua Roma hasta nuestros días, desde Cicerón y Horacio, pasando por Fray Luis de León y Schleiermacher, hasta Nord o Hurtado, la lista de autores que han reflexionado sobre la traducción es extensa. Así, la manera de concebir la traducción ha ido cambiado de época en época y de autor en autor.
Que si mejor verbum pro verbo, que si más bien non verbum e verbo, sed sensum de sensu, que si ahora whilum word be worde, whilum andgit of andgit, que si luego les belles infidèles, que si traduttore, tradittore por aquí, que si imitación o paráfrasis por allá, que si prefiero la equivalencia dinámica a la equivalencia formal, que si me gusta más la domesticación que la extranjerización, que si la visibilidad frente a la invisibilidad del traductor, que si acercar el texto original al receptor o más bien el receptor al texto original, que si el comparativismo, la manipulación, la hermenéutica, el skopos, el polisistema, que si se trata de un arte, que si se trata de una ciencia…Y así no hemos pegado los últimos dos mil años: teorizando y debatiendo, con mayor o menor beligerancia, sobre qué es la traducción y cómo se debe traducir. Menos mal que, en la práctica, traducción tiene un significado mucho más unívoco: ‘lo que te pide el cliente, que para eso te paga’.
¿Qué significa para ti la traducción? ¿Sabrías definirla mediante una metáfora?
Para inspirarte, a continuación, encontrarás cinco metáforas publicadas algunos eminentes autores, no siempre precisamente encomiásticas de la labor del traductor, como la del bueno de Miguel de Cervantes. ¿Qué opinas?
Alexander Fraser Tytler (1793) en Ensayo sobre los Principios de la Traducción
Walter Benjamin (1923) en La tarea del traductor
Julio César Santoyo Mediavilla (1996) en El delito de traducir
Esther Benítez Eiroa (1996) en Pentimento: un relato de Alberto Moravia 20 años después
Miguel de Cervantes Saavedra (1615)
en El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha
Editor de Cosnautas