Cookies
Este sitio web usa cookies
Le informamos que el sitio web de Cosnautas utiliza cookies propias y de terceros para activar funciones básicas de navegación (personalización, idioma y reproductor de vídeo), así como también para analizar la navegación de los usuarios por el sitio web y el uso de los servicios que en él se ofrecen con la finalidad de mostrarle publicidad relacionada con sus preferencias, en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación.
Leer más
Guardar & Cerrar
Aceptar todas Configurar

The Cosnautas Blog

Cinco entradas curiosas del <i>Libro rojo</i>, o del humor en la lexicografía médica

Cinco entradas curiosas del Libro rojo, o del humor en la lexicografía médica

en Cinco términos /

¿Puede el humor acompañar a las entradas de un diccionario médico? ¿Hay amor en la lexicografía? Intentamos contestar a estas y otras preguntas en esta nueva entrada, un poco especial, de nuestra sección «Cinco términos». ¿Un diccionario sobre términos médicos? O mejor: ¿un nuevo diccionario sobre términos médicos? La mayoría de las personas, traductores incluidos, mostrarían un rictus de doloroso aburrimiento ante tamañas preguntas, que alguien (¡insensato!) calificaría de «retóricas». ¿No hay ya suficientes diccionarios? ¿Acaso hay algo más aburrido que un diccionario, no digamos ya un diccionario médico?  No entraremos aquí en un extenso repaso (este sí, doloroso) de las bondades de los diccionarios, pero recordaremos brevemente que ya Anatole France definió esta extraordinaria herramienta como «un universo en orden alfabético», o también aquella célebre frase de Antonio Gramsci, cuando afirmó con su característica fuerza: «Puesto que debemos construir el país, construyamos directorios, enciclopedias, diccionarios» (las cursivas, claro, son mías).

Y eso es lo que ha hecho Fernando Navarro durante mucho tiempo: construir, junto a otros muchos, el pequeño país de los traductores médicos, darle sentido y, también, por el camino, reírse del asunto y de sí mismo. Porque estarán conmigo: ¿hay algo peor que no reírse de uno mismo? Como decía melancólicamente Michi Panero, «lo peor que se puede ser es coñazo».

En fin, me dirán, y qué más da, puesto que la mala prensa de los diccionarios es algo contra lo que no se puede luchar. Me resisto a pensar que es así, y como las fuerzas más intensas (y serias) para cualquier causa son, a mi juicio, la curiosidad y el humor (como dijo en célebre ocasión otro Panero, esta vez Leopoldo María, la salvación sólo está «en el humor, el “umor” sin hache, siempre debe ser sin hache, ¡claro está!»), me propongo enseñarles cuatro curiosas entradas y una deliciosa broma escondida entre las páginas cibernéticas de la tercera edición del (ahora sí) Diccionario de dudas y dificultades de traducción del inglés médico, de nuestro querido Fernando A. Navarro.   

Ya en la introducción de esta edición 3.0., el autor se declara «suficientemente escarmentado de diccionarios simplistas y dogmáticos como para intentar añadir ahora uno más a la lista». Y se aplica a la tarea, incluyendo entradas de vocablos no médicos, pero «de traducción engañosa», como la que sigue, con mención al refranero incluida:

 

 

 

 

 

 

 

Pero no queda ahí la cosa, pues el Libro rojo, en su romántico quehacer (nunca mejor dicho), da entrada a otras voces extrañas a la medicina, que rondan cual jóvenes universitarios las plazas de lo coloquial. Vean si no, esta entrada «de una cortesía pasmosa»:

 

 

 

 

 

 

 

O esta otra, que, ya explícitamente, apunta al corazón de lo amoroso. Porque digo yo: ¿acaso no hay amor en la medicina? ¡Vean, vean!

 

 

 

 

 

 

Y antes de acabar (y de ofrecerles la prometida broma), al hilo de los avances tecnológicos del lenguaje escrito, hay tiempo también para piar cual pajarito entre las muy sociales redes cibernéticas. ¿Neologismos? También.    

 

 

 

 

 

 

Hay más, muchas más, pero les prometí una broma y cumpliré con mi palabra. Hablaba antes, por analogía, de la risa, del humor (con hache o sin ella) que denota inteligencia y bonhomía. Y qué mejor que acabar este texto con mi preferida de todas las entradas del Libro rojo, la que Fernando Navarro se dedica desmitificadoramente a sí mismo. Aquí la tienen.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

;