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Bitácora del cosnauta

Cinco términos de inmunología

Cinco términos de inmunología

en Cinco términos /

Juan Manuel Igea Aznar, traductor médico y especialista en inmunología y alergología, inaugura nuestra sección de «Cinco términos» con un análisis del tratamiento que se da en el Libro rojo a términos importantes y de difícil traducción de esta rama de la medicina. Agradecemos de todo corazón su colaboración e invitamos al resto de cosnautas traductores a participar comentando cinco términos de su especialidad.

 

Entre los casi 50 000 términos médicos en inglés tratados en el Libro rojo de Fernando Navarro existe, como no podía ser menos, una amplia representación de aquellos que pertenecen al ámbito de la inmunología. Analizaré cinco de ellos imprescindibles para cualquier especialista en el tema.

immune

El primero es el término immune, la palabra más importante de toda la ciencia de la inmunología, ya que da nombre a la especialidad y es raíz de otros muchos términos científicos de su esfera. El artículo sobre este término ya empieza recomendando precaución antes de usarlo de forma acrítica, y es que la mayoría de los médicos, e incluso de los inmunólogos, utilizan de forma subóptima e imprecisa este importante adjetivo. A continuación, Fernando Navarro da algunos ejemplos de traducciones de términos compuestos que incluyen immune y enseguida pasa a distinguir el aspecto más importante: el término immune inglés corresponde nada menos que a cuatro adjetivos distintos en español, lo que aportará a nuestros textos en español una mayor precisión y matices que no están en los textos ingleses. Estos adjetivos son: inmune, inmunitario, inmunológico e inmunizante. Los ejemplos de uso que ofrece el artículo son variados y suficientemente aclaratorios para que el lector pueda utilizarlos de la forma adecuada. El artículo termina reconociendo de un modo muy realista que la presión del inglés ha impuesto el uso acrítico de inmune en nuestros textos y que incluso la RAE lo admitió en 1992 con el sentido de ‘inmunitario’. Entre líneas alcanzo a leer un lamento ante tal «legalización académica» de la imprecisión terminológica científica.

Considero que la lectura de este artículo del diccionario debería ser obligatoria para todos los médicos y especialmente para los inmunólogos y alergólogos. Su carácter práctico y su claridad son excelentes y puedo decir que en toda una vida profesional dedicada a la alergología nadie nunca me enseñó a traducir immune ni a utilizar correctamente sus cuatro importantes equivalentes en español hasta que encontré el diccionario de Fernando Navarro. Confío en que los libros de inmunología publicados en español introduzcan en sus glosarios esta importante aclaración y que incorporen su uso al propio texto.

B cell/T cell

El segundo término es en realidad una pareja de términos: B cell y T cell. En ambas entradas se esclarece otra idea que muchos médicos, incluidos inmunólogos, no tienen clara: ¿por qué en los textos anglosajones escriben a veces B/T cell y otras B/T lymphocyte? Aparentemente se trata del mismo tipo de células, pero ante una pregunta directa muchos profesionales vacilarían antes de dar una respuesta taxativa. Fernando Navarro aclara la duda. Ambos términos son totalmente equivalentes, pero B/T lymphocyte es mucho más preciso que B/T cell. La única ventaja en inglés de la expresión B/T cell es su mayor brevedad, pero esta se pierde en español: se tarda lo mismo en escribir linfocito T/B que en escribir célula T/B. Queda por tanto resuelto el misterio y queda claro cuál es la expresión más recomendable en español. Escribamos siempre, pues, linfocitos B/T.

En la entrada T cell se aportan además abundantes ejemplos de la forma de nombrar correctamente en español a los diferentes tipos de linfocitos T (regulador, citotóxico, cooperador, etc.) y a la leucemia de linfocitos T. Y en B cell nos recuerda que existen otras células B o β diferentes a los linfocitos, lo que refuerza aún más el uso del término preciso y apropiado. En las dos entradas, termina también reconociendo el uso abundante en español del desaconsejado célula B/T, especialmente en la literatura existente sobre el sida, costumbre que los inmunólogos y alergólogos deberíamos intentar desechar tras leer este didáctico artículo.

antibody

La inmunología está plagada de sustancias y células que son capaces de reconocer de forma específica a otras. Esta especificidad ha servido para aprovechar el sistema inmunitario para diseñar pruebas diagnósticas y tratamientos de suma utilidad. Sin duda la sustancia inmunitaria más famosa con esa capacidad discriminadora es el anticuerpo, y a su equivalente en inglés antibody dedica Fernando Navarro una generosa entrada.

Comienza explicando que el término en sí no tiene mayores problemas de traducción —su equivalente español es anticuerpo— pero que la dificultad llega cuando queremos expresar a continuación la especificidad de tal anticuerpo. En este terreno son frecuentes los errores en español, pero la lectura de esta entrada nos aclara el problema. La descripción de la especificidad realizada utilizando la preposición contra o la locución frente a seguidas del sustantivo que define su diana es sencilla y no exige mayor aclaración. Pero cuando utilizamos el prefijo anti- es preciso tener en cuenta que el siguiente formante debe ser un adjetivo. No traducimos antinuclear antibody como anticuerpo antinúcleo sino como anticuerpo antinuclear tal y como nos explica Fernando Navarro, y nos explica de forma muy didáctica que en inglés pueden formarse adjetivos mediante la anteposición de un sustantivo a otro, pero que en español esto es claramente incorrecto. Por eso en inglés son frecuentes expresiones del tipo insulin o sperm antibodies, que deben traducirse por anticuerpos antiinsulínicos o anticuerpos antiespermáticos. El asunto se amplía en la entrada anti- a la que nos remite el autor.

El artículo es claro y ofrece de nuevo numerosos ejemplos de anticuerpos frecuentes en la literatura médica, por lo que es muy difícil que a nadie le quede ninguna duda a la hora de escribir correctamente la especificidad de un anticuerpo tras leérselo. El artículo acaba, como es frecuente en todo el diccionario, dando fe del uso frecuente e incorrecto de anticuerpo en español.

vaccine

El primer y mayor éxito de la inmunología lo constituyen las vacunas, y por eso Fernando Navarro dedica un extenso artículo a enseñarnos como traducir vaccine y cómo utilizar correctamente el término en español.

El artículo empieza aclarando que su traducción es muy clara y no ofrece dificultades, vacuna, pero que sí puede ofrecerla su uso. Por eso divide el resto del artículo en tres partes. En la primera explica que las vacunas suelen llevar añadido a su nombre la enfermedad contra la que son eficaces. En inglés esto suele escribirse con el sustantivo que nombra la enfermedad unido a la palabra vaccine, pero en español suele utilizarse antes el prefijo anti- o la preposición contra. A continuación da abundantes ejemplos de traducciones de vacunas (antisídica, antivariólica, antirrábica, etc.). Quizás aquí se echa de menos una explicación de por qué sería incorrecto escribir por ejemplo, vacuna antirrabia, aspecto muy bien explicado en la entrada antibody, como ya se ha dicho. En la segunda parte destaca una importante advertencia: las vacunas no están muertas ni vivas, solo lo están los microorganismos que las componen. Así pues, se desaconseja usar los adjetivos muerto y vivo atribuidos a un producto terapéutico que en sí mismo carece de tales propiedades. La tercera parte ofrece la traducción de alrededor de una docena de términos ingleses que incluyen la palabra vaccine y que pueden ser difíciles de encontrar, como all-purpose vaccine, autogenous vaccine, candidate vaccine y otras, todo de ello de gran utilidad.

Como los demás, el artículo sobre la traducción al español y uso del término vaccine es completo y didáctico y de nuevo de lectura obligada para vacunólogos, inmunólogos y médicos en general, dada la importancia de las vacunas como herramienta preventiva en todas las áreas de la medicina.

allergen

Y acabo con un término que me es especialmente atractivo como alergólogo, el de allergen. El artículo sobre este término entra sin más dilación en la gran duda que lo embarga: ¿se dice alérgeno o alergeno? Es la gran pregunta que corre por los foros y consultas de los alergólogos, y no es fácil encontrar la respuesta. Fernando Navarro, en un artículo claro, sucinto y directo, nos da las claves. La RAE ha preferido tradicionalmente la forma llana, pero desde 1992 admite las dos. Sin embargo, el autor se inclina por la forma esdrújula, la etimológica, y da razones de peso para tomar tal decisión.

En resumen, el tratamiento de la especialidad de la inmunología que realiza el diccionario de Fernando Navarro es exhaustivo, claro y didáctico. Y diría más, es una herramienta que ningún inmunólogo o alergólogo que lea sobre inmunología en inglés o escriba en español sobre ella debe obviar. La información que contiene es difícil de encontrar en otros lugares y es imprescindible para escribir con precisión en términos inmunológicos.

Juan Manuel Igea Aznar

Alergólogo y traductor médico

Clínica Alergoasma (Salamanca)

Autor del Diccionario inglés-español de alergología e inmunología clínica (Schering-Plough, Madrid, 2008)

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