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Entrevistamos a Mónica Lalanda, autora de

Entrevistamos a Mónica Lalanda, autora de "Con-ciencia médica"

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Entrevistamos a Mónica Lalanda, autora de Con-ciencia médica, un refrescante cómic (o libro ilustrado) publicado por LID Editorial y que recorre con humor y brillantez los secretos del Código de Deontología Médica, acercando a todos los públicos un buen número de situaciones donde Ética y Medicina van de la mano. Esta médico de urgencias y tuitera impenitente (tiene casi 10 000 mil seguidores en Twitter, en su cuenta, @mlalanda) que trabajó muchos años en el sistema sanitario del Reino Unido tiene las cosas claras: “No estamos siendo capaces de enseñar conceptos relacionados con la Ética a los estudiantes de Medicina”.

Su libro se aleja de las publicaciones sobre ética médica más convencionales, hasta el punto de ser, por emplear sus propias palabras, “revolucionario en su género”. ¿Por qué optó por el formato de cómic?

Mónica Lalanda: La decisión fue un proceso largo e informado. Hice un Máster en Bioética en el que revisé mucha literatura y encontré que hay varios estudios internacionales en los que aseguran que no estamos siendo capaces de enseñar conceptos relacionados con la Ética a los estudiantes de Medicina. Si esto es así en un ambiente académico y formativo, es fácil concluir que con los métodos tradicionales tampoco se consigue entusiasmar al médico e imbuirle de la idea de que cualquier acto médico es un acto con connotaciones éticas. Mi idea era transmitir cosas muy básicas en un formato que hiciera reflexionar. Encontré que, en el mundo anglosajón, ya están usando cómics en las facultades de Medicina, así que di un paso más para probar si funcionaría crear cómics exclusivamente para transmitir mensajes al mundo médico. A través de un proyecto de innovación docente en la Facultad de Medicina de Zaragoza, en la Cátedra del Dr. Rogelio Altisent y la profesora Maite Delgado, demostramos que es una herramienta magnífica y superior a métodos tradicionales. A partir de ahí, me tiré a la piscina y creé un libro completo de cómics que cubre todo el Código de Deontología. Es verdaderamente revolucionario porque nunca se ha hecho algo así y porque el mundo médico es a priori muy serio para dibujillos.

La apuesta por el humor es también otra de las novedades en un tema aparentemente tan árido como la deontología médica. ¿Cree que así es más sencillo que el mensaje cale?

ML: El cómic y la clave de humor permiten acercarse a temas delicados con una crudeza impresionante. Hay cosas que sería políticamente incorrecto mencionar en un texto, pero que, trasladado a viñetas y dándole un toque de humor, resultan mágicamente aceptables. Además, el humor es algo que a todos nos gusta y más en el ambiente sanitario, donde es casi imprescindible una sonrisa de vez en cuando para tolerar el sufrimiento ajeno con el que nos enfrentamos. ¡El humor abre puertas y ventanas, hace que entre el aire y la luz!

Una de las cosas que más sorprenden, y positivamente, es el escaso empleo de jerga médica, como si con dicha precaución quisiese abrir el abanico de lectores. Es decir, su libro no es exactamente una publicación para uso exclusivo de los profesionales sanitarios. ¿A qué tipo de públicos se dirige?

ML: Creo firmemente que, excepto en ocasiones muy limitadas, la jerga médica es inaceptable, quizás por mi larga trayectoria en Gran Bretaña, donde nunca oirás a un médico expresarse en términos que no entienda un niño. Lo de hablar "en chino", algo tan arraigado en el mundo médico español, es terrible. Hablar con jerga no aporta nada, excepto un aura de importancia al médico que abusa de ella. Gran parte del acto médico consiste en comunicar, y mal nos comunicaremos si a uno de los interlocutores no se le entiende.

Efectivamente, Con-ciencia médica fue concebido para una doble lectura: por un lado, para la reflexión del médico y la formación del estudiante de Medicina; por el otro, para demostrar a la sociedad cuál es el compromiso del colectivo médico para con ellos, lo que deben esperar de nosotros. Para conseguir esto, es imprescindible utilizar escenarios con los que cualquiera se pueda sentir identificado y que los diálogos sean completamente claros.

¿Cree que es hora ya de abandonar esa visión decimonónica de la ética como una losa de responsabilidad sobre los agentes del intercambio sanitario?

ML: Exactamente. A día de hoy, las palabras ética y deontología solo despiertan imágenes obsoletas de aspecto algo polvoriento, con libros gordos y amarillentos, martillos de juez y oscuros aquelarres de señores mayores, ideas de opresión y de ley. Necesitamos reconvertir esa idea de que la deontología nos oprime hacia otra: la deontología nos eleva. Es una herramienta genial para una medicina mejor.

Nuestro Código de Deontología es absolutamente fantástico, pero a la vez impresiona como un código penal. Pienso que hay que leerlo con ojos renovados y eso es lo que he hecho a través de cómics muy simples.

Y en cuanto a la ética, ¿existen diferencias de fondo entre los médicos y profesionales británicos y los españoles?

ML: La formación en Ética y Comunicación del médico británico es amplia y continuada. Sin ir más lejos, a un médico allí se le suspendería cualquier examen del tipo ECOE (evaluación clínica objetiva estructurada) en el que no comience presentándose a los pacientes. Eso es algo impensable en nuestro ámbito. Es curioso que, siendo el español medio una persona más cercana y comunicativa que un inglés medio, en el ambiente sanitario y por formación, el británico es alguien más humanitario y empático. Son cosas que no cuadran. Digamos que, para el médico inglés, la idea de la ética en el intercambio básico con el paciente está interiorizada.

Los british hacen, por código deontológico, cosas que en el SNS (Sistema Nacional de Salud) serían impensables, como acudir a informar inmediatamente a un paciente con quien se ha cometido un error médico, para explicarle el error y disculparse. Y también su relación con la industria farmacéutica es diferente. Ellos no dependen como nosotros de la IF para su formación, con lo cual no se tienen que doblegar a mendigar su ayuda y son más independientes en sus acciones. Son diferencias que tienen una parte cultural importante y van más en consonancia con un sistema diferente y unas raíces distintas que con una medicina desigual.

¿Cuáles serían, a su juicio, las principales tareas pendientes en lo que a Ética Médica se refiere?

ML: Creo que la principal tarea es que seamos capaces de interiorizarla como una de las patas de lo que llamamos Medicina, incluirla como parte de la formación transversal en las facultades y como tema de continua atención y debate por parte de todos. A día de hoy, se ve la Ética como una asignatura paralela para algún erudito un poco freaky que tenga tiempo de sobra. La Ética es el corazón de la Medicina, su base. Decía Marañón que "donde no llega la ciencia, llega el amor", por lo tanto no deberíamos verlas como temas diferentes.

Si tuviera que expresarlo en viñetas, creo que el médico necesita unas gafas que le ayuden a ver lo que hace cada día a través de los cristales de la Ética. Y ojo: no estoy acusando a nadie de que se haga mal, pero sí afirmo que se podría hacer mejor.

Su actividad en redes sociales, en especial en Twitter, es bastante intensa, y hace unos años colaboró en la creación de un Manual de estilo para médicos y estudiantes de Medicina sobre el buen uso de las redes sociales. ¿Qué opina del actual debate sobre las redes sociales y la ética? ¿Son realmente una buena herramienta para la difusión e intercambio de información y conocimiento o contribuyen al ruido general que algunos achacan a las plataformas digitales? ¿Hay ética en las redes sociales?

ML: Fui coordinadora del Manual de estilo, junto a siete médicos y unos cuantos estudiantes de Medicina del CEEM. El manual es la guía de la Organización Médica Colegial, y además tengo el honor de poder decir que es ya parte de la Carta de Bioética de la Confederación Iberoamericana de Organizaciones Médicas.

Las redes sociales son ya una herramienta de valor incalculable para practicar buena medicina. La lista de sus usos es larguísima. Para una gran parte de médicos, están integradas en su buen hacer, y para los pocos que todavía no lo ven, lo estará también.

Los profesionales de la medicina, si nos presentamos como tal en las redes sociales, deberíamos aplicar los mismos principios que en los consultorios, y eso pasa, por ejemplo, por ser exquisitos con la confidencialidad y respetuosos entre nosotros.

Respecto al ruido, es precisamente responsabilidad nuestra dar visibilidad a contenidos de valor y dirigir hacia ellos a quien esté interesado, además de crear dicho contenido. Somos parte de la solución, no del problema. En el manual, aconsejamos que los médicos se identifiquen apropiadamente en sus blogs a través de su número de colegiado. Esto, en sí mismo, debería servir como seña de calidad, al igual que nos fiamos de un médico al que uno ve en consulta y no conoce de antes. Los nombres y números de todos los médicos en activo de España son fáciles de comprobar, al existir un registro.

En las redes sociales, cada vez hay más sensibilidad hacia la ética y el buen hacer, aunque lógicamente es un ambiente relativamente nuevo para todos y en el que estamos aprendiendo con el día a día.

El Código de Deontología fue revisado en 2011, pero en él no se dedica ni una palabra a las redes sociales, algo que sí ocurre en otros países. ¿A qué se debe este retraso con respecto a nuestro entorno inmediato?

ML: El Manual de estilo para médicos y estudiantes de Medicina sobre el buen uso de las redes sociales que ya has mencionado es un documento de la Organización Médica Colegial que tiene categoría de Código Deontológico, a pesar de que hay mucha gente que no lo sabe, por lo cual la pregunta es muy relevante. No solo no vamos con retraso sino que vamos muy por delante de otros países de nuestro entorno, lo cual es un orgullo.

Comparativamente hablando, ¿qué nivel tienen los médicos españoles en cuanto al uso de las redes sociales? ¿Somos vanguardia o estamos a la cola?

ML: No creo que esto se pueda medir, al menos de momento. Ni siquiera es posible saber qué tanto por ciento de médicos españoles usan las redes sociales con un fin profesional. Si de algo vale mi impresión personal es que, de las redes sociales y, sobre todo, de Twitter, somos muchos los que aprendemos a diario, participando en conversaciones interesantes, debatiendo y convirtiendo este intercambio en el germen de proyectos que salen adelante. Personalmente, le doy un sobresaliente. Desafortunadamente, existen todavía muchos colegas que lo consideran una pérdida de tiempo y que tienen prejuicios y miedos en su contra.

¿Cómo se ha recibido el libro entre sus compañeros de profesión? ¿Ha tenido una buena acogida?

ML: La acogida ha sido fantástica. Estoy recibiendo un feedback increíble a nivel personal y también a nivel institucional, pues son ya varios los colegios de médicos que han adquirido un montón de ejemplares para sus colegiados. Además, la propia Organización Médica Colegial lo vio como una herramienta útil para médicos y pacientes y participó activamente en facilitar la publicación del mismo. Al mes de su publicación, LID Editorial tuvo que hacer ya una segunda edición, y me dicen que quizás no tarden en ir a por una tercera.

Creo que la clave de humor y el tono de un género literario tan amigable como el cómic han servido para que mis colegas lo vean como lo que es: una herramienta para la reflexión y no una agresión. En España se hace buena medicina y hay grandes profesionales, pero tenemos espacio para la mejora y eso es un buen reto.

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