Firma invitada: Valentina Luridiana
La semana pasada, con una agradable
temperatura primaveral y la bahía de Santander como telón de fondo, se celebró
el tradicional Curso de Traducción Médica de la UIMP. En esta novena edición,
la segunda pandémica, han participado veinte alumnos procedentes de distintos
países (España, Francia, Perú y Brasil) y cinco
docentes (el director del curso Fernando Navarro, médico y traductor; Fernando
Pardos, biólogo y traductor; Verónica González, traductora especializada en
propiedad industrial; Paz Gómez, médica y traductora, y Lola Pons, filóloga).
Fernando Navarro abrió el evento
con una charla sobre el reto de la normalización
terminológica en el ámbito de las
nomenclaturas médicas y lo cerró con un recorrido por el mundo engañosamente
simple de las unidades de medida. En tándem con Fernando Pardos, nos ofreció
también un relato apasionante y repleto de anécdotas sobre cómo se gestó el Diccionario de términos médicos de la Real Academia de Medicina,
que celebra este año el décimo aniversario de su publicación.
Fernando Pardos nos dio una
charla sobre la nomenclatura biológica y las normas que la rigen, que permiten
acuñar nombres tan imaginativos como Sphaerosyllis georgeharrisoni o Trigonopterus chewbacca; nos alertó sobre la importancia de la ortografía en los
textos científicos —las aves no son reptiles, pero sí Reptiles—, y nos
describió el reto de traducir términos ultraespecializados como sipuncúlidos
o quetoptéridos.
Verónica González impartió un módulo dedicado a la
traducción en el ámbito de la propiedad industrial, que abarcó los principios
fundamentales del sistema de patentes y sus aspectos normativos, la
terminología básica del sector y una introducción a las principales bases de
datos de patentes. El módulo finalizó con un taller sobre traducción de patentes y redacción de
contratos.
Paz Gómez explicó en detalle el
procedimiento de traducción y validación de
los cuestionarios médicos administrados a los pacientes que
participan en ensayos clínicos para
conocer su
percepción de los resultados. En otro módulo, describió el
itinerario regulatorio de los fármacos desde su desarrollo hasta la
comercialización, detallando las normas terminológicas y fraseológicas de
obligado cumplimiento y los recursos internéticos disponibles.
Lola Pons nos habló de la
evolución lingüística de la península ibérica desde las lenguas paleohispánicas
hasta el español moderno, ilustrando con multitud de ejemplos la dialéctica
entre el estándar lingüístico de cada época, que cristaliza la lengua en un
conjunto de normas, y el cambio lingüístico, inevitable e imprevisible, pero no
caprichoso; un cambio que determinó, por ejemplo, la derrota del simpático
verbo romance amuchiguar frente a su sinónimo de étimo latino multiplicar.
Y, entre un taller y
otro, vivimos lo más importante del curso: la convivencia. Conocer a colegas
con perfiles personales y profesionales tan distintos y un interés compartido por la traducción médica
es una experiencia muy grata y enriquecedora, sobre la que la presencialidad tiene
un efecto amuchiguador que ningún encuentro virtual podrá igualar nunca y que compensa
con creces las dificultades de viajar en este período tan extraño. Al fin y al
cabo, si viajar en tiempos de pandemia es tejer un delicado equilibrio entre
las normas y el sentido común, ¿quién más cualificado para hacerlo que un
traductor?