En esta nueva versión de septiembre, el Libro Rojo alcanza ya las 62 463 entradas; o, lo que es lo mismo, quince mil entradas más que en la primera versión electrónica de Cosnautas y cuatrocientas entradas más que en la versión anterior 4.03, del pasado mes de marzo.
Entran por primera vez en esta versión del Libro Rojo multitud de neologismos, tecnicismos y expresiones procedentes de casi cualquier disciplina biosanitaria y otros campos del saber, como AVP, better practice, borescope, ESKAPE, heart-lung transplant, LAC, liquid biopsy, love interest, mobility aid, moribundity, needling, nerve pain, Nigerien, nucleobase, organoid, pedestrianize, phlegmon, pluralistic, puncture-proof, refractory hypertension, scialytic light, SDD, smear microscopy, teras, transformation y umbrella review.
Otras entradas estaban ya en el diccionario, pero aparecen ahora retocadas o ampliadas. Estas modificaciones son en ocasiones menudas: nuevos ejemplos; algunas palabras que entran o salen, una nueva frase ejemplificadora quizá; corrección de tal o cual pequeña errata que me señalan los cosnautas. Otras veces, en cambio, son modificaciones de enjundia, que mejoran o amplían de modo considerable la entrada correspondiente con respecto a las versiones anteriores: es el caso, en esta versión 4.04, de entradas como age, arginine vasopressin, check ligament, clot busting, common, cosmetic, diabetic insipidus, limp, mismatch repair, orbital apex, photosensitive, plastic wrap, pregnant woman, preterm birth, recreational, seafood, shadow, shared delusional disorder, sharp box, stripper, tweet, urea, Washington y women who have sex with women.
Como ya es costumbre en el modelo interactivo y colaborativo que seguimos en Cos, algunas de las entradas incorporadas, retocadas o ampliadas en la nueva versión del diccionario obedecen a propuestas que me han hecho llegar directamente los propios cosnautas. Es el caso, por ejemplo, de entradas como bright blood, meibum y Z-drugs, que he incluido en el Libro Rojo por petición expresa de Natalia Caicedo, Anthony Palomo y Ana Atienza, respectivamente. Gracias a ellos, y a otras como ellos, el Libro Rojo tiene cada vez menos lagunas flagrantes y se aproxima despacito —pasito a pasito, suave suavecito— a su objetivo de convertirse en «el» instrumento imprescindible para la traductora médica profesional.
Da una idea de la magnitud que alcanza esta colaboración cosnáutica la lista de colaboradores espontáneos que me han enviado sugerencias para el Libro Rojo a través de los formularios en línea «Ayúdenos a mejorar» durante los seis meses (marzoagosto de 2023) en que ha estado activa la extinta versión 4.03 del diccionario; por orden alfabético de apellidos, y salvo error u omisión: Mónica Adler, Ana Atienza, Maite Babío Galán, Lida Barbetti Vros, Claudia Bayá Crapuchett, Natalia Caicedo, Susana Campos, Constanza Cervino, M. Gonzalo Claros, Rossella Cordone, José Antonio de la Riva Fort, María de la Rubia Gómez-Morán, Verónica Escobar, Jorge Esteban Casas, Mary Fons i Fleming, Pedro Juan Galán Martín, Betty Galiano, Sara Galindo Álvarez, Lorenzo Gallego Borghini, Mercedes García-Briones Teglia, Emma Goldsmith, Rocío Gómez Zamora, María J. Hernández Weigand, Diego Ibáñez Rivera, Celina Iñones, Mar Jiménez Quesada, Becky Katz, Germán Londoño, Valentina Luridiana, Monica Madel, Elisa Manzanal, Antoni C. Maroto, Valentina Marta Rodríguez, María Laura Mazza, Álvaro Medina Muñoz, Eva Molina-De Vilbiss, José María Montero Vázquez, Miriam M. Mora Mau, Pablo Mugüerza, Laura Munoa, Alfonso Nevado Caballero, José Sergio Pajares Nievas, Anthony Palomo, Andrés Paredes Jiménez, Emilia Picazo Guadarrama, M.ª Fernanda Pignataro, Fernando Presumido, Héctor Quiñones Tapia, Antonio M. Regueiro, María Requena Castañol, Gloria M. Rivera, Mar Rodríguez Vázquez, Rodrigo Rosales Sosa, María Victoria Sormani, Paula Steiner y Javier Wasserzug. A todos ellos, ¡muchísimas gracias por la colaboración espontánea!
Para terminar, ¿se han preguntado ustedes alguna vez cuáles son las palabras inglesas que más dudas plantean a los traductores médicos profesionales y a los médicos de habla hispana que se enfrentan a textos especializados en inglés? Antiguamente, cuando los diccionarios eran de papel, resultaba muy difícil poder determinarlo con precisión. Con los diccionarios en línea de hoy, en cambio, las cifras exactas están al alcance de un clic. Un simple vistazo a los entresijos cibernéticos del Libro Rojo, por ejemplo, me indica que las veinticinco entradas más consultadas durante los seis meses en que hemos tenido activa la versión 4.03 fueron: 1) target, 2) condition, 3) support, 4) report, 5) screening, 6) outcome, 7) management, 8) monitor, 9) severe, 10) standard, 11) impairment, 12) ‑ness, 13) disease, 14) test, 15) early, 16) dosage, 17) evidence, 18) baseline, 19) regimen, 20) develop, 21) care, 22) history, 23) P17 [product information], 24) agent y 25) ‑ing. Quien domine al dedillo estos veinticinco términos peliagudos tiene ya mucho avanzado —me parece— para poder desenvolverse con soltura como traductora médica profesional.
A título de curiosidad, las seis formas complejas más buscadas en el Libro Rojo fueron medical record, healthcare provider, standard of care, medical history, clinical trial y adverse event; las seis siglas o abreviaturas más buscadas fueron COVID‑19, MRI, CT, IV, HIV y NSAIDs; los seis formantes más buscados fueron ‑ness, ‑ing, ‑genicity, non-, -based y -positive; y los seis cuadros más consultados fueron P17 [product information], L4 [‑ly], S7 [side effect], S13 [stem cell], I5 [ischemic heart disease] y G3 [gender].
Fernando A. Navarro
Silió (Cantabria, España)