Nuestro amigo Gonzalo Claros, traductor, tremédico y profesor de Bioquímica, Biología Molecular y Bioinformática, analiza para la Bitácora del cosnauta un buen número de términos de su especialidad, trascendiendo el formato que tradicionalmente damos a esta sección de «Cinco términos». Le agradecemos enormemente su generosa contribución.
El diccionario de Fernando Navarro, al que todos llaman el Libro rojo y que algunos llamamos cariñosamente «el colorao», contiene términos que trascienden la medicina, a pesar de su título. Tampoco es de extrañar, ya que hoy todos los campos de la ciencia están tan estrechamente imbricados que es muy difícil establecer unos límites claros entre unas y otras. Prueba de ello es que nos encontremos en él términos que tienen su origen en la biología molecular y en la biotecnología. Dado que no hace mucho publiqué en mi bitácora un apunte sobre genes, genómica y genética, me he fijado en cómo trata el Libro rojo algunos de estos términos. He empezado por dos términos que aparentemente significan lo mismo, al menos a los ojos de un lego: pan-genome y whole genome. Sin embargo, su significado es bien distinto y por eso en el diccionario aparecen acertadamente con traducciones distintas. De las traducciones que propone para pan-genome (que se refiere conjunto de genes que se encuentra en al menos un individuo de la especie), la que más me gusta es pangenoma porque, además de contar con la ventaja de parecerse mucho al término en inglés, aplica las normas tradicionales de formación de conceptos nuevos en español a base de prefijos y sufijos. También se menciona que este término surge de los estudios con especies microbianas (principalmente eubacterias y arqueas), pero no debemos olvidar que es una idea extensible al genoma de cualquier especie. De hecho, ya hay en curso por el mundo muchos estudios para secuenciar miles de genomas humanos, lo que nos permitirá definir en unos años cuál es el pangenoma humano.
Por su parte, whole genome se refiere a todo el genoma de un organismo, y se utiliza mucho para los estudios de asociación de fenotipos y genotipos, conocido como WGAS (whole genome association study) y como GWAS (genome-wide association study). En esta entrada se descarta con toda lógica «pangenoma» para no añadir una polisemia innecesaria y evitable. Suele ser muy frecuente verlo traducido como «todo el genoma» o «el genoma completo», traducciones incómodas que se acercan más a una explicación que a una traducción. En cambio, Navarro propone de nuevo una solución muy elegante, práctica y correcta: hologenoma, un término sencillo en español que puede colocarse sin problema en cualquier contexto, y del que se pueden formar adjetivos con normalidad.
Sabemos que un genoma, sus fragmentos o sus superorganizaciones están formados por genes (genes). La traducción de gene no entraña hoy en día ningún problema, y la mayoría de los hispanohablantes usamos gen sin lugar a duda. Pero resulta curioso ver cómo en español hay muchas personas que no acentuarían transgén (transgene), oncogén (oncogene) o seudogén (pseudogene) posiblemente por la tendencia de que en inglés no llevan tilde. En la entrada -gene se explica con claridad que esas palabras (y otras surgidas por la misma derivación) son agudas acabadas en n, por lo que han de atildarse.
Las modificaciones génicas que hoy nos parecen tan corrientes podemos realizarlas gracias a la tecnología del ADN recombinante o ingeniería genética (genetic engineering) que apareció en la década de los 70 del siglo pasado. El Libro rojo recoge también los muchos sinónimos que se utilizan en inglés para esta técnica (DNA cloning, gene cloning, gene manipulation, genetic modification, molecular cloning, new genetics y recombinant DNA technology) y demuestra por qué deberíamos acuñar en español el neologismo genotecnología (por analogía a «biotecnología»), que además nos permite obtener el adjetivo genotecnológico por derivación. De esta forma se traduciría con facilidad el término genetically engineered, en lugar de tener que recurrir a manipulado genéticamente o tener que inventar genomanipulado.
Unos 20 años después de la aparición de la ingeniería genética, apareció otra tecnología que ayudó a revolucionar la investigación biomolecular: el microarray. Estos dispositivos permiten, entre otras muchas cosas, analizar de golpe qué está pasando con todos genes de una célula. El término inglés no tiene una traducción fácil en español, por lo que la mayoría de los investigadores utilizan el término en inglés dentro de su discurso en español. Han surgido traducciones un poco trasnochadas como la de *«microarreglo», que se utiliza principalmente en México. En cambio, el Libro rojo, además de recoger los distintos sinónimos del inglés para este término (bioarray, biochip, DNA array, DNA chip, DNA microarray, gene array, gene chip o gene microarray), propone el mismo término que algunos intentamos ‘inocular’ en los estudiantes: micromatriz. Es más, podemos encontrar matizaciones sobre algunos de los sinónimos, como biochip y bioarray, para los que propone tres traducciones distintas en función del contexto, y que invito a los lectores a que descubran cuáles son. No es menos notable que Navarro proponga, con buen criterio, emplear el término micromatriz genómica para una buena colección de sinónimos ingleses (genome array, genomic array, genome chip, genomic chip, genome microarray o genomic microarray) que se emplean para designar las micromatrices que llevan impresas un genoma completo y no solo los genes.
Y con la genómica (la ciencia que estudia los genomas) cerramos el círculo de los términos con los que iniciamos este artículo. El sufijo -ómica se hizo famoso a partir de la genómica (genomics), la proteómica (protemics) y la metabolómica (metabolomics), y llevó automáticamente a indicar que el objeto de estas ciencias podía acaba en -oma (-ome) sobre la base de cómo se formó el término genoma. Desde luego, la traducción de metabolome, proteome, phenome, transcriptome o interactome no reviste ninguna complicación, pero el Libro rojo recoge una buena colección de términos cuya traducción no es tan obvia. Para muestra, un botón: foldome → plegoma, pseudome → seudogenoma, translatome → traductoma y unknome → desconocioma. Al final de esta entrada, Navarro nos recuerda que tengamos cuidado con los términos formados por los sufijos -oma, -ome y -some, porque todos pasan al español en la terminación -oma, a pesar de que significan muy distintas cosas, y todos son de género masculino a pesar de terminar en a.
Manuel Gonzalo Claros Díaz
Profesor de bioquímica, biología molecular y bioinformática en la Universidad de Málaga (España)
Revisor y traductor para CGLTrad
Páginas web:
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