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Alergología e inmunología

Diccionario inglés-español de alergología e inmunología clínica
Juan Manuel Igea Aznar

Versión 4.01, marzo de 2022

Imprescindible para alergólogos, inmunólogos y médicos generales.

Recurso inestimable para traductores, revisores, editores y otros profesionales de la terminología y el lenguaje científico.

Revisión y actualización constantes.

Incluye un análisis conceptual de los términos en inglés, junto con las razones etimológicas y lingüísticas que deben tenerse en cuenta para traducirlos.

Introducción

¿Necesitamos un diccionario inglés-español de alergología e inmunología clínica?

La inmunología y la alergología, como casi todas las demás ciencias, se crean y transmiten en inglés. Su cuerpo terminológico procede casi íntegramente de neologismos de origen latino y griego acuñados por angloparlantes, y también de un cuerpo creciente de términos con un origen y formato anglosajones puros. La traducción al español de esa terminología debería ser un asunto fundamental si queremos asegurar una transmisión fiel del conocimiento a nuestra amplia comunidad científica hispanohablante.

Pero la realidad es muy distinta. Las adaptaciones al español de esos términos que circulan de forma mayoritaria por nuestra comunidad son en casi todos los casos traducciones precipitadas, poco meditadas, imprecisas o mejorables que hacen que nuestros alergólogos e inmunólogos hispanohablantes, que sin embargo cuidan con esmero sus métodos científicos de trabajo, se comuniquen entre sí con un lenguaje variable, vago y cargado de sobrentendidos que resulta en ocasiones incluso engañoso.

Ante esta realidad, el Diccionario inglés-español de alergología e inmunología clínica nace con la intención de ayudar a corregir esta poco deseable situación creando un cuerpo terminológico preciso que tenga en cuenta en la misma media los aspectos médico y lingüístico. El objetivo es describir de forma precisa el significado científico de cada término científico original en inglés y transmitirlo después al español sin perder ningún matiz pero respetando las normas básicas del idioma final. Puede ser el primer paso hacia la imprescindible creación de una terminología en español unificada y sancionada por las sociedades científicas inmunológicas y alergológicas de habla hispana.

Recordemos que la primera sociedad científica, la Royal Society, fundada formalmente en 1660 en Inglaterra, se preocupó de que sus artículos estuvieran bien escritos y para ello nombró al poeta John Dryden director del comité encargado de supervisar el estilo de los textos y así cuidar el lenguaje con el que iban a razonar y comunicar sus ideas. Renovemos ahora, 400 años más tarde, el espíritu de esos impulsores de la revolución científica del siglo XVII.

¿Cómo le puede ser útil este diccionario al profesional sanitario?

La premisa básica de este diccionario es examinar y entender bien el término de partida y definirlo y caracterizarlo de forma precisa y completa. Este proceso exigirá en muchos casos conocer su etimología, quién y cuándo lo acuñó y en qué circunstancias y el estado actual de la idea que representa.

Tal comprensión se hará desde una doble perspectiva teórica y práctica. Se trata de que cada entrada aporte de forma concisa la información teórica y clínica actualizada que permita al lector tener una idea precisa y rápida del significado que se analiza. Así cada artículo de este diccionario es un pequeño fragmento de conocimiento alergológico o inmunológico, algo así como un pequeño ideograma, y su conjunto constituye la base del conocimiento alergológico e inmunológico actual. Se trata por lo tanto de un proceso de fragmentación del conocimiento curricular para volver a construirlo de nuevo desde una perspectiva mejorada, una forma de trabajo clásica que es fiel al método aristotélico.

Esta forma de elaboración hace que el diccionario sea un manual de consulta práctico y actual para el médico en ejercicio, tanto especialistas en alergología e inmunología como médicos generales o de cualquier otra especialidad interesados en cualquier aspecto de la ya omnipresente ciencia de la inmunología en casi cualquier aspecto de la medicina. Por supuesto, ayudará a estudiantes de medicina y biología a entender conceptos fundamentales de la especialidad.

Daré algunos ejemplos de dudas frecuentes que el diccionario resolverá: ¿qué relación hay entre alergia, inmunidad, atopia e hipersensibilidad? ¿Son equivalentes los términos leucocito, granulocito, mielocito o polimorfonuclear? ¿Es lo mismo un linfocito B que una célula B? ¿Por qué escribimos a veces los adjetivos inmune o linfático y otras inmunitario o linfoide sin aparentes diferencias? ¿Son las mismas sustancias los prostanoides que los eicosanoides? ¿Existen diferencias entre los esteroides, los corticoesteroides y los corticoides? ¿No da lo mismo hablar de inmunoglobulinas que de gammaglobulinas? ¿Existen realmente vénulas con un endotelio alto? ¿Da lo mismo escribir C1 inhibidor que inhibidor de C1 o tirosina-cinasa que tirosina cinasa? ¿Qué es un dominio, un casete, un biochip o una proteína recombinante?

Hay tantas preguntas de este tipo que muchas veces ni siquiera nos planteamos, de un modo consciente, que su respuesta implica no solo aspectos formales sino también la posesión de ideas claras y bien delimitadas sobre los términos que utilizamos en español para investigar, comunicar e incluso tratar a nuestros pacientes.

¿Cómo le puede ser útil este diccionario al traductor médico o redactor médico?

Una vez entendida bien la idea que el término inglés quiere significar, el diccionario aconsejará siempre una traducción equivalente en español. En ocasiones podrá haber más de una opción y el lector podrá elegir otra diferente a la propuesta, pero la lectura de la entrada completa del término inducirá siempre en él una reflexión sobre su significado, sus límites y los errores más frecuentes cometidos en español al traducirlo, por lo que su decisión última será siempre razonada sobre una base médica y lingüística. El objetivo último será siempre la reflexión en torno a la terminología que utilizamos.

Por ello este diccionario constituye una herramienta poderosa para el profesional sanitario o de otro tipo que se proponga escribir sobre inmunología o alergología en español. En él encontrará soluciones a términos complejos como EF-hand domain, regulated on activation, normal T-cell expressed and secreted cytokine (RANTES), terminal deoxynucleotidyl transferase mediated dUTP nick-end-labeling (TUNEL), Southern blotting, pleckstrin, missense mutations, prick o down-regulation, entre otros muchos.

El redactor médico o traductor podrá además resolver dudas sobre aspectos formales de la escritura: ¿se escribe alergeno o alérgeno? ¿Es mejor citokina, citocina o citoquina? ¿Debo escribir der p1, Der p 1 o Der p 1? ¿Debo poner un guión en mediadores pre-formados? ¿se dice ganglio linfático o nodo linfático? ¿Un segmento de un gen es génico o genético? ¿Se escribe Plantago, plantago (de cursiva) o plantago (de redonda)? ¿Es más apropiado época de floración o época de polinización? ¿Qué hay de malo en decir remodelado de la vía aérea? ¿Es erróneo el término látex natural? ¿Escribimos gastroenteritis eosinófila o eosinofílica? ¿Se puede hablar de alérgenos mayores y menores?

¿Cómo se ha elaborado este diccionario?

Este diccionario es una obra realizada por un solo autor, pero lo cierto es que es un compendio de muchas fuentes bibliográficas y de muchos profesionales médicos y lingüísticos. Durante un período de 13 años, en mi doble trabajo como médico alergólogo en ejercicio y traductor médico he ido aclarando poco a poco dudas terminológicas a la hora de estudiar textos médicos, escribirlos, traducirlos o corregirlos. En ese proceso me he ayudado de libros de medicina y lingüística, artículos de revistas médicas y de traducción, conversaciones con muy diversos profesionales, la asistencia a conferencias y comunicaciones científicas en congresos y simposios, la consulta de múltiples bases bibliográficas y páginas en Internet y la participación en foros de traductores. Por ello se puede decir que las soluciones que propongo a estos aproximadamente 2.500 términos ingleses no son solo mi propia idea sobre ellos sino la recopilación de las soluciones aportadas por muchas personas.

El proceso ha sido lento, porque a pesar de todas las ventajas que hoy en día nos aportan Internet y la amplia distribución de revistas científicas relevantes, han sido necesarias muchas horas de consulta y reflexión. Por desgracia el resultado ha sido también incompleto, porque aún quedan muchos más términos por estudiar y resolver y todavía habrá que actualizar constantemente los ya presentes a la luz de los nuevos conocimientos. El hecho de que el diccionario esté en una plataforma internética flexible y activa será sin duda un soporte inestimable para esta labor.

¿Cuáles son los criterios utilizados por este diccionario?

El primer criterio se refiere a la elección de los términos específicos que aparecen en el diccionario. Los que aparecen se han elegido por su atractivo lingüístico o conceptual, no por su importancia o peso en las disciplinas de la alergología y la inmunología. Calculo que se podría hacer un diccionario con 5.000 términos alergológicos e inmunológicos. No obstante, los casi 2.500 que aparecen aquí constituyen un cuerpo curricular fundamental que probablemente ayude a solucionar la mayoría de las dudas que se planteen en la actividad docente, investigadora y clínica de los alergólogos e inmunólogos. Además de términos alergológicos e inmunológicos, en este Diccionario inglés-español de alergología e inmunología clínica aparecen algunos términos genéticos, bioquímicos, neumológicos, anatómicos y de algunas otras ramas de la ciencia. Su inclusión obedece a su uso frecuente en la literatura médica alergológica e inmunológica y a que constituyen a veces su parte más desconocida.

  La terminología alergológica e inmunológica está llena de siglas y acrónimos. Es un mal menor que nos vemos obligados a aceptar dada la multitud de términos complejos que pueblan nuestra terminología. Yo he respetado aquí las abreviaciones (siglas y acrónimos) en inglés de todas las moléculas, sustancias, mediadores, citocinas, receptores, técnicas analíticas y parámetros de pruebas que aparecen. Sería un verdadero caos que llamáramos en español PCE a la proteína catiónica del eosinófilo en lugar de aceptar ECP (por eosinophil cationic protein) como un símbolo universal de esa proteína. Las siglas y acrónimos en inglés ya se han convertido en ciencia en símbolos internacionales de los conceptos que representan. Solo dos excepciones: no aconsejo las siglas inglesas DNA y RNA, formas abreviadas de deoxyribonucleic acid y ribonucleic acid, respectivamente, y sí en cambio las siglas españolas ADN y ARN. La razón es el carácter especial de estas dos moléculas en las que está el origen mismo de la vida. Por eso, siguiendo un criterio más sentimental que científico, creo que deberíamos reservarnos las siglas en español de estos dos ácidos orgánicos, aunque sea en contra del criterio general sobre siglas y acrónimos expresado antes.

  Todas las siglas se aclaran en el cuerpo del diccionario, salvo una, RAE, de la Real Academia Española. En un diccionario escrito en español y para hispanohablantes es inevitable una referencia continua al criterio fijado por este organismo, cuyo fin ha sido desde su fundación, en 1713, «fijar las voces y vocablos de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza», y al cual nos gustaría contribuir en el ámbito del lenguaje médico especializado. He consultado siempre el diccionario de la RAE y lo he seguido en lo que se refiere al lenguaje general no especializado siempre que no hubiera razones sólidas y confirmadas por otros autores para no hacerlo. Pero en el campo del lenguaje especializado, y como ya es sabido, la RAE no es una referencia sólida puesto que la mayoría de los términos médicos (y especialmente los del ámbito de la alergología y la inmunología) ni siquiera aparecen en su diccionario y, cuando lo hacen, adolecen de muchos defectos formales y conceptuales. De todos modos, el diccionario de la RAE ha sido una ayuda y referencia inestimable para mi trabajo.

  Sí me ha servido, en cambio, de gran ayuda en lo que se refiere al lenguaje médico especializado el Libro rojo de Fernando A. Navarro, también disponible en esta plataforma de Cosnautas. Es la obra más importante publicada en español en este campo y sus criterios nos han servido de base para solucionar gran parte de los problemas lingüísticos que se nos han planteado en el lenguaje especializado. En este sentido creemos que todo profesional de la medicina debería contar al menos con ese diccionario como obra de consulta terminológica.

  En cuanto a las enzimas, sigo la adaptación al español de la normativa general de la comisión conjunta de la International Union of Biochemistry and Molecular Biology (IUBMB) y la International Union of Pure and Applied Chemistry (IUPAC), según la cual, el sustrato de la enzima precede al nombre de la enzima. No obstante, en español se añade un guión entre el sustrato y la enzima precisamente para indicar esta relación sustrato-enzima y evitar el aparente carácter adjetival del nombre de la enzima. Por ejemplo, escribir alcohol deshidrogenasa connota que nos referimos a un alcohol que tiene acción deshidrogenasa, lo que es falso, pero al unir ambos términos por un guión (alcohol-deshidrogenasa), queda claro que es una deshidrogenasa del alcohol. En muchos casos también ofrezco el nombre sistemático, aunque estos se utilizan en general mucho menos.

Todos los nombres de instituciones u organizaciones internacionales aparecen en inglés original y en cursiva, salvo la Organización Mundial de la Salud (OMS), que, dada su importancia y popularidad es más conocida por su nombre adaptado al español.

Finalmente, algunas entradas del diccionario aparecen en singular y otras en plural. Esta diferencia se debe a un criterio conceptual. Algunos términos inmunológicos implican grupos o familias de sustancias y no tiene sentido considerarlos en singular. Por ejemplo, las adresinas, los homólogos a Bet v 1, las defensinas o las moléculas B7, por poner algunos ejemplos, pertenecerían a este grupo. Otros en cambio, como interleucina, citocina o inmunoglobulina, aunque también representan grupos de sustancias, tienen su propio sentido semántico relevante en singular y con este número se les ha dado entrada.

El autor

Juan Manuel Igea Aznar procede de una familia navarra, nació y se formó en Madrid, donde se doctoró en 1992 y en la actualidad desarrolla su labor profesional en Salamanca. En esta ciudad combina desde hace más de 20 años su labor clínica como médico alergólogo con su trabajo como revisor y traductor médico. Ha publicado numerosos artículos y escritos sobre alergología y traducción en revistas nacionales e internacionales e impartido cursos y conferencias. Además, ha traducido para las editoriales más relevantes decenas de libros y cientos de artículos sobre diversas disciplinas médicas, pero en especial sobre los campos de la inmunología y la alergología. Ha sido coautor de varios capítulos de libros y escrito como autor único «La alergia: la epidemia del siglo XXI» (2005), el «Diccionario inglés-español de alergología e inmunología clínica (1ª ed.)» (2008) y «La toxina polínica hervida y el origen de la inmunoterapia» (2010). Ha sido presidente de la Sociedad Castellano-Leonesa de Alergología e Inmunología Clínica, Miembro del Comité de Alergia al Látex de la SEAIC y coordinador del ASMCAL de AEPNAA. En la actualidad forma parte también de un nuevo sello editorial destinado a recuperar y traducir obras médicas de gran relevancia histórica para la que ha traducido títulos como «Una Investigación sobre las Causas y Efectos de las Variolae Vaccinae» (1798) de Edward Jenner y «Estudios experimentales sobre la fiebre del heno» (1873) de Charles Blackley. Su motor profesional ha sido y sigue siendo fomentar una comunión entre ciencia y humanidades, proceso para el cual el estudio del lenguaje científico ha resultado ser un método óptimo.

Agradecimientos

«A María, porque esta mezcla de medicina y lenguaje es en cierta forma como nosotros»

Dos son mis principales mentores en el mundo de la terminología médica. Pablo Mugüerza Pecker me introdujo por primera vez en este ámbito profesional y me enseñó lo importante que era cuidar las palabras. Su presencia y trabajo siguen siendo un gran estímulo para mí. Por otra parte, la lectura del primer Diccionario crítico de dudas inglés-español de medicina de Fernando A. Navarro fue lo que me llevó a escribir este otro centrado en la especialidad médica en que trabajo. Fernando A. comparte además con una inusual generosidad su profundo conocimiento del lenguaje científico, con lo que me ha guiado durante años por los difíciles caminos de la lingüística, un área en la que siempre me he sentido menos afianzado que la de la medicina. 

Me siento además muy obligado a otorgar mi reconocimiento y agradecimiento al grupo de medicina y traducción Medtrad y a Tremédica, que publica la revista electrónica sobre traducción médica Panace@. Gran parte de los términos aquí presentados se han discutido en el foro de este grupo de profesionales de la traducción y las soluciones aportadas son las aconsejadas por él. Gracias en especial a Bertha Gutiérrez Rodilla, María Verónica Saladrigas, M. Gonzalo Clarós, Lucía M. Singer, Cristina Márquez Arroyo, Laura Munoa, Enrique Saldaña, Antonio Díez Herranz, Tomás Pérez Pazos, Héctor Quiñones, María José Hernández, Javier Hellín y Llorenç Serrahima, entre otros muchos de una larga lista. Y también mi agradecimiento a otros profesionales que ya no están en Medtrad pero de los que aprendí mucho, como María Luisa Clark, Gustavo Silva e Ignacio Navascués. Y entre todos ellos un reconocimiento muy especial al grupo de Medtrad de Salamanca con quienes he compartido interesantísimas tertulias y amistad: Pilar Álvarez, Francisco Cortés, Ignacio Dávila, José Antonio de la Riva, Pilar Elena, César Espinel, Clara Maltrás, María Jesús Mancho y Carmen Quijada, además de Bertha y Fernando A. ya nombrados. Entre ellos mi especial reconocimiento a Francisco Cortés, autor principal de Dicciomed, un diccionario etimológico biológico que ha sido base del tratamiento etimológico que he llevado a cabo en mi diccionario.

También debo tributo a todos mis compañeros de residencia de alergología y médicos adjuntos del hospital Ramón y Cajal de Madrid, que me enseñaron las bases de la alergología y la inmunología durante esos años fundamentales de mi formación. Mi agradecimiento especial a José Antonio Compaired, Javier Cuesta, Ignacio Dávila, Belén de la Hoz, Nekane Díaz Alonso, Montserrat Fernández Rivas, Juan Fraj, Milagros Lázaro, Apolinar Lezáun, Carmen Marcos, Santiago Quirce y Jesús Puyana.

Una mención especial al Roberto Pelta, alergólogo, homeópata, humanista y escritor, con el que comparto una ilusión por ver la medicina desde la perspectiva de las humanidades y cuyos escritos me han ayudado mucho en la búsqueda de los orígenes de los términos alergológicos e inmunológicos.

Y, por supuesto, mi agradecimiento continuo a mi hijo Marcos, mi madre Isabel y mi hermano Basilio, por su apoyo constante y por ese cariño que me dan y que es mi combustible para emprender cualquier proyecto.

Juan Manuel Igea Aznar

Salamanca, 5 de noviembre de 2013

Diccionario inglés-español de alergología e inmunología clínica

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