Fernando A. Navarro
Ya desde los primeros contactos con McGraw-Hill·Interamericana para presentar mi proyecto de un diccionario crítico de dudas inglés-español de medicina, allá por el año 1999, expresé la conveniencia de editar el diccionario de dudas también en disco óptico compacto, pues las obras de referencia eran ya entonces impensables si uno no podía trabajar con ellas en soporte informático. Los editores, no obstante, optaron por dejar en suspenso la publicación de una edición electrónica ante el riesgo —ayer como hoy ciertamente innegable— de pirateo indiscriminado de la obra. De modo que el mío tuvo que conformarse con ser, durante demasiado tiempo, un diccionario a la antigua usanza.
Catorce años después, me siento muy satisfecho de poder ofrecer a médicos, traductores especializados, redactores científicos y estudiantes de traducción una nueva edición de mi diccionario médico, ahora ya por fin en formato electrónico de consulta en línea. A las ventajas bien conocidas de la edición electrónica (rapidez de búsqueda, remisiones por hipervínculo, traducción inversa de español a inglés, rastreabilidad del contenido íntegro de cualquier entrada, etc.), el acceso en línea permite sumar otras como la consulta del diccionario desde cualquier punto de acceso a Internet y la posibilidad de actualizar de forma constante el diccionario.
El salto del papel a la nube es de tal magnitud, que he considerado conveniente rebautizar incluso el diccionario. Si en las dos primeras ediciones el «libro rojo» llevaba por título Diccionario crítico de dudas inglés-español de medicina (2000 y 2005), en esta tercera pasa a llamarse Diccionario de dudas y dificultades de traducción del inglés médico (2013). No quiere ello decir, sin embargo, que la estructura interna de la obra haya variado de forma sustancial: la planta lexicográfica del diccionario sigue siendo básicamente idéntica a la de la primera edición. Buena prueba de ello es que, para presentar el diccionario al lector cosnáutico que llegue a él ahora por primera vez, me ha bastado con reproducir, íntegra y sin apenas cambios de relieve, la introducción original a la primera edición (v. más adelante). Quien esté habituado a manejar cualquiera de las dos primeras ediciones del Diccionario crítico de dudas, pues, puede pasar a consultar y utilizar directamente esta tercera sin necesidad de memorizar previamente nuevos símbolos ni convenciones tipográficas.
Sí advertirá, desde luego, otros cambios. Por ejemplo, en el modo de consulta, que antes se hacía por orden alfabético y pasando las hojas de papel hacia delante o hacia atrás para seguir las remisiones, mientras que ahora se hace tecleando directamente el término consultado en la ventana de búsqueda y con un simple clic de ratón para seguir las remisiones.
Advertirá también que la incorporación del color para destacar en la pantalla el lema, los numerales de acepción, las remisiones y la marca de apartado de observaciones, me ha permitido hacer un uso mucho más claro de los recursos tipográficos; por ejemplo, al quedar libre la negrita para resaltar las traducciones de mayor interés o mediante el recurso al *entreasteriscado* y al tachado (siguiendo en este último caso la estela del Diccionario de términos médicos [2011] de la Real Academia Nacional de Medicina) para marcar distintos grados de rechazo e incorrección.
Aun a sabiendas de que no es tarea fácil, he seguido esforzándome por rebajar en lo posible el tono dogmático del diccionario en esta tercera edición, porque el afán de concisión, que obliga a exponer en pocas líneas problemas traductológicos que podrían ocupar muchas páginas, lleva siempre consigo el riesgo del dogmatismo. Fiel a la sabia recomendación de Ortega y Gasset, «siempre que enseñes, enseña a la vez a dudar de lo que enseñes», que hice mía desde que concebí este diccionario médico, no oculto al lector en ningún caso mis preferencias de traducción, pero procuro exponer al mismo tiempo el criterio académico, la forma más usada entre médicos, las recomendaciones de las nomenclaturas normalizadas, la tradición terminológica en lengua española, los criterios etimológicos pertinentes y la analogía con otros términos afines. Todo ello con la esperanza de que la información que ofrezco le sea de alguna utilidad a la hora de decidir —él por sí mismo y no yo a través de él— cuál es, en función de su texto concreto y de su situación personal, la opción más adecuada de traducción. Yo veo mi diccionario, por encima de todo, como una ayuda de traductor a traductor, como una especie de asesoramiento informal o charla distendida entre colegas. Y escribo con la idea de que, veterano o novato, el traductor que habrá de leerme tiene, como yo, no en el diccionario, sino en la inteligencia y en el sentido común, sus principales utensilios de trabajo. No busco con este diccionario convencer de nada a nadie, sino tan solo poner mis conocimientos y mi experiencia a disposición de mis colegas médicos y traductores, con el propósito de que se sirvan de ellos para mejorar profesionalmente y alcanzar la satisfacción legítima de la traducción científica bien hecha.
Esta versión electrónica del Diccionario de dudas y dificultades de traducción del inglés médico corresponde a una nueva edición revisada, mejorada y muy aumentada. Con respecto a la segunda edición, acid-fast, add-on therapy, amplatzer, anisakis, annulation, appy, attending, bareback sex, Big Pharma, binge drinking, biogeneric, blunt, breathalyzer, BTC drug, carry over, chaperone, chemical pregnancy, chemonaive, club, concierge medicine, didactic, disease mongering, droptainer, drug-eluting stent, echolocation, ex novo, expanded access, first-hour quintet, forest plot, gamification, ghrelin, grant, grommet, hamstring, high-ceiling diuretics, hot flush, human medicine, junk food, lab-on-a-chip, lap, leakage, locavore, lost to follow-up, luer lock, machine, mindfulness, mourning, multiple, to need, nonvertebral fracture, orthorexia, patch clamp, perfusate, pouch, pregnancy loss, premetabolic syndrome, rare disease, readability, recall, Red Crystal, resurfacing, ritalin, schedule, sexting, sibship, signaling, small molecule, smokeless tobacco, spa, spike, spot, standard drink, statutory, subcentimeter, surrogate mother, system organ class, targeted, tiger mosquito, toddler, tooth numbering, trainee, translational research, transthyretin, to tube-feed, vocational training, wear, webinar, wilderness medicine, workup y yellow flag son solo algunos de los millares de artículos principales incorporados en esta tercera edición. Me llena de orgullo el hecho de que buen número de ellos aparezcan registrados ahora por vez primera en una obra lexicográfica en lengua española; no pocos, incluso, por vez primera en la lexicografía especializada internacional.
Y la ampliación de contenido no se limita a la adición de nuevas entradas o artículos. Muchos de los artículos que tenían ya entrada propia en la segunda edición aparecen ahora comentados con mayor detalle. Compare el lector en ambas ediciones, a modo de ejemplo, los artículos correspondientes a términos como aggressive, auditory nerve, bar chart, bay, BC, biologicals, blood alcohol, breath alcohol test, °C, capture, carrier, charge, chart, chikungunya, clavus, clinical pathology, counseling, criminal, -cytic, death, dipping, district nurse, driving while intoxicated, to empower, ex-, finally, foul, height, hematinic, ICH, international normalized ratio, intestinal obstruction, to irradiate, judgment, kinky, local, mg%, -olimus, operator, PD, pulp, pump, to qualify, smart drugs, social worker, to socialize, ST, survival, three Rs, toilet water o veil, y entenderá mejor lo que quiero decir.
Las más de 52.000 remisiones clicables que trufan la obra (en la primera edición eran poco más de 15.000) habrán de servir al lector para utilizar el diccionario como un conjunto homogéneo y extraer el máximo partido didáctico y profesional de cada búsqueda. Al hacerlo, además, percibirá la coherencia interna y la uniformidad de criterio que solo la autoría única permite conseguir en una obra de estas características y de esta envergadura.
Y llego así a la cuestión, insoslayable, de la variación diatópica del español. Cuando publiqué la primera edición del «libro rojo» no había pisado nunca la América hispana; del Nuevo Continente únicamente conocía los Estados Unidos. Así, no es de extrañar que en esa primera edición dedicara atención considerable a las diferencias existentes entre el inglés británico y el inglés norteamericano, pero en relación con el español reflejara casi exclusivamente el lenguaje médico empleado en las facultades, hospitales y consultorios de España. Era esta, creo, una de las principales lagunas de mi diccionario, y también una de las primeras que los lectores de América me señalaron con insistencia.
La segunda edición fue en este aspecto notablemente distinta. Seguía siendo obvio que el diccionario estaba escrito en España y desde la perspectiva de quien tiene el español europeo como lengua materna y contempla la comunidad médica hispanohablante como un todo. Pero los peach-flavored tablets no eran ya solo comprimidos con sabor a melocotón, sino también con sabor a durazno. El animalario compartía lugar con el bioterio; las placas de Petri, con las cajas de Petri; el frigorífico, con la refrigeradora y con la heladera; los datos fiables, con los datos confiables; el biberón, con la mamadera; el hormigón, con el concreto, y los accidentes de tráfico, con los accidentes de tránsito. En la segunda edición, pues, socorrista y salvavidas, beber y tomar, conducir y manejar, recuento y conteo, inversor e inversionista, mantequilla de cacahuete y manteca de maní, daban fe de que es plenamente compatible la unidad básica del idioma con el reconocimiento de sus variedades internas.
En la tercera edición, esta mayor atención prestada a las variedades americanas del español será todavía mucho más evidente. El lector deseoso de comprobarlo por sí mismo puede echar una ojeada, por ejemplo a entradas como band-aid, bikini, bleach, booties, brassiere, breast pump, capitation, cartoon, chance, computer, concrete, constipation, contact lens, cost, cream, croissant, cutter, decimal point, dental technician, denture, diesel, donut, dummy, dynamo, earrings, elevator, epidural anesthesia, GDP, grocery, Guinea pig, hair-band, hangover, heel, highchair, hot flush, icon, insulin pen, intensive care unit, jersey, juice, junk food, lemon, lifeguard, lollipop, mammagraphy, marijuana, marker, mask, mat, medical device, mosquito net, notifiable disease, number sign, oxygen tank, pacifier, panties, panty liner, parole, peanut, pertussis, Petri dish, petrol, plaster, prescription, pus, pyjamas, refrigerator, sanitary towel, sauna, -scopy, soya, spectacles, stapler, stethoscope, teether, tin loaf, tongue depressor, traffic, truant, tub, umpteen, unemployment, varicose veins, VAT, white coat y zipper. Quiero creer que mis colegas de América percibirán en este aspecto una diferencia considerable con respecto a la primera edición de mi diccionario.
Tres factores principales han contribuido a este importante cambio de planteamiento entre la primera edición y la tercera: a) a partir del año 2001, he visitado repetidamente varios países hispanoamericanos (la Argentina, por ejemplo, en cinco ocasiones), y en todas partes me pedían que para la segunda edición, por favor, prestara más atención al léxico local y a las variedades diatópicas del español; b) el desarrollo espectacular de Google, que nos brinda la posibilidad de efectuar búsquedas fiables con criterios de limitación geográfica, y c) la correspondencia epistolar con traductores médicos y usuarios del diccionario en distintos países de Hispanoamérica.